domingo, 13 de febrero de 2022

No estás solo

 



Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron».

– 1 Reyes 19:18.


Remanente es lo que queda, el resto. Normalmente es un resto pequeño, lo que se salva de la debacle generalizada. En términos espirituales, el remanente es lo que permanece junto a Dios cuando la mayoría se ha ido. Es la reserva espiritual que mantiene la verdad que algún día todos profesaron.

El remanente ha estado con Dios en cada período de la historia, en cada crisis. Desde los días de Enoc hasta el presente, Dios ha tenido testimonio sobre la tierra. Noé y su familia constituyeron un remanente, Abraham y los suyos también lo fueron. La tribu de Leví lo fue en aquella noche vandálica junto al becerro de oro. Aún en los días de los jueces, Dios se reservó algunos que mantuvieron en alto Su antorcha.

En días de Elías, cuando el profeta huye de Jezabel, Dios le saca del error y le muestra el remanente. Elías dice: «Solo yo he quedado», pero Dios le dice: «Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron» (1 R. 19:14, 18). Cuando Baal arrasa con las huestes de Dios, subyugándolas a una doctrina de demonios, hay unos pocos que no son seducidos.

La noticia de Dios alienta al profeta, pues Elías ha caído en el desánimo. Le parece que la lucha es feroz, y que solo sus hombros llevan toda la carga. Entonces Dios le consuela, y le dice: «Hay siete mil».

En días malos, el remanente pasa por momentos de agobio, de persecución y de muerte. Al dolor propio de la incomprensión se agrega el de la soledad. Entonces Dios le dice estas preciosas palabras: «No estás solo».

Hoy en día la maldad recrudece, la apostasía aumenta. La religión cristiana se ha apartado de la persona de Cristo. Puede que tenga aún la doctrina de Cristo, y que intente profesarla con celo; sin embargo, tener la doctrina no es necesariamente tener la persona de Cristo. El Señor, que está afuera, dice hoy: «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo» (Ap. 3:20).

Los días son malos, y el remanente sufre. El nombre de Cristo se ha convertido para ellos en motivo de ignominia y discriminación. Su no adscripción a los movimientos y doctrinas de moda le granjea la desconfianza del medio religioso. Pero a ellos les basta Cristo.

En medio de ese panorama, Dios alienta a su pequeño pueblo diciéndole: «No están solos, hay siete mil». Y cuando surge una débil voz del otro extremo del mundo, que dice: «Sólo yo he quedado», otra voz le responde del otro extremo: «No estás solo, hay siete mil». Muchas voces se entrecruzan desde los puntos más sorprendentes del globo con la misma palabra, con el mismo aliento.

Las comunicaciones globales hoy no solo sirven para lo peor. Internet no es solo un sumidero de tinieblas y podredumbre: también es el vehículo que Dios está utilizando para que la voz de sus pequeños se oiga muy lejos. Es la voz de Dios para su remanente, que dice: «Ustedes no están solos; tengo siete mil».

miércoles, 26 de enero de 2022

El Pan y el Agua

 



La respuesta de Dios a la necesidad del hombre suele ser tan simple como el pan y el agua.

 

Si la respuesta de Dios a los problemas fundamentales del hombre hubiera sido subir a buscarla al cielo, o bajar a recogerla al abismo, estarían lejos del alcance del común de los hombres. Pero está tan cerca, es tan accesible como el pan y el agua.

 

Y el pan y el agua nos sugieren las dos necesidades básicas del hombre, la necesidad de alimento y de bebida. Toda la creación nos muestra que Dios alimenta y sacia a sus criaturas.

 

Ya Dios le decía a Job, en tiempos lejanos: «¿Quién prepara al cuervo su alimento, cuando sus polluelos claman a Dios, y andan errantes por falta de comida?» (Job 38:41).

 

Y cuando Israel es sacado de Egipto, al faltarle el pan y el agua en el desierto, Dios les provee en forma milagrosa. El pan llueve del cielo y el agua surge de la peña (Ex. 16 y 17). Dios, que cuida de sus criaturas menores, no descuida sus criaturas mayores.

 

Todo esto hace Dios en su cuidado por sus criaturas y por el hombre. Pero esto significa mucho más de lo que estamos diciendo. La necesidad de pan y la necesidad de agua materiales –siendo reales en sí mismas– representan una necesidad mayor de toda alma humana: la necesidad de Dios. Es un clamor –sed, hambre– que surge desde el fondo del alma y que no puede ser saciado, y por lo cual el hombre también suele andar errante.

 

¿Qué hace Dios para que esa necesidad sea suplida? Envía a su amado Hijo Jesucristo, con la encomienda de que él –por decirlo metafóricamente– se convierta en pan y se convierta en agua.

 

Por eso Jesús dijo, hablando con la mujer samaritana:«Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva» (Jn. 4:10). Y también: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (Jn. 7:37-38). Esto decía del Espíritu Santo que aún no había sido derramado.

 

En otra oportunidad, el Señor dijo: «No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo… Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre» (Jn. 6:32, 35). Aquí el Señor aclara que la dádiva de Moisés no era la verdadera y definitiva.

 

En el desierto, Dios proveyó primeramente el pan al pueblo de Israel, y luego el agua, dando a entender con esto que primeramente era Cristo quien debería ser dado, y después el Espíritu Santo. Porque el Espíritu fue enviado luego que el Señor fue exaltado a la diestra de Dios.

 

Pero cuando leemos el evangelio de Juan nos encontramos primero con el agua y después con el pan. ¿Por qué? Porque el Señor Jesucristo concede el honor al Espíritu Santo.

 

Así tenemos que cuando Dios da testimonio en el desierto, exalta a Jesús, y cuando Jesús da testimonio en el evangelio de Juan, honra al Espíritu Santo. Así operan las cosas en la Deidad, cada uno dando la primacía al otro.

 

Es maravillosa la forma cómo Dios ha hecho para saciar la mayor necesidad del hombre. No la ha saciado con algo menos que Sí mismo. Jesús es el Pan de Dios, y es quien da la bendita Agua de Dios.

 

¡Bendito sea su nombre! Bendiciones.


viernes, 7 de enero de 2022

Pasado, presente y futuro

 



(Efesios 2:5-7) Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

 

Dios vive en la gloria de la eternidad celestial, pero su obra toca la vida de nosotros en el aquí y ahora, en el día presente.

 

En este breve y glorioso pasaje de Efesios, el apóstol Pablo se refiere a la obra de Dios en nuestra vida – en el pasado, en el presente y en el futuro.

 

En el PASADO, hemos recibido vida juntamente con Cristo. Jesús participó de nuestra muerte para que pudiéramos compartir su vida de resurrección. El viejo yo fue crucificado con Jesús en la cruz, y ahora somos nuevas criaturas en Jesús, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).

 

Pero el apóstol se ve obligado a recordarnos algo más: que esta es la obra de la gracia de Dios (por gracia sois salvos), de ninguna manera relacionada con lo que podamos ganar o merecer. Nuestra salvación (o rescate) de la muerte espiritual es la obra de Dios hecha para los que no la merecemos.

 

En el PRESENTE, nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Tenemos un nuevo lugar para vivir, una nueva área espiritual de existencia. No somos moradores de la tierra (como el libro de Apocalipsis a menudo llama a los que están separados de Dios), sino que “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20).

 

Note que la Palabra de Dios dice que ya nos sentamos en los lugares celestiales con Cristo Jesús. Dado que nuestra vida e identidad están en Jesucristo, así como Él se sienta en los lugares celestiales, nosotros también nos sentamos con Él.

 

En el FUTURO, Dios continuará mostrándonos las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros. Dios nunca dejará de tratar con nosotros sobre la base de su gracia, pero continuará por siempre revelándonos sus riquezas por la eternidad.

 

Este no es un deseo loco y esperanzador; es la promesa segura de un Dios Fiel. Todos nosotros podemos contar con Él. Todo esto es una herencia a la que pueden aferrarse los que estamos en Cristo Jesús.

 

Esta es la obra de Dios hecha para su pueblo creyente, y en Jesús sabemos que la tenemos. Todo esto es para nosotros con base en la Obra hecha en la Cruz por nuestro Mesías y Salvador Jesucristo:

 

Por ello:

– En Jesús, podemos vivir libres de la culpa y el dolor del pasado.

– En Jesús, podemos vivir con incomparable poder para el presente.

– En Jesús, podemos vivir con una esperanza segura para el futuro.

 

¿Cuántas de las ansiedades de nuestros días simplemente desaparecerían si nosotros, ahora mismo, nos aferrásemos a lo que Dios ha prometido para nuestro pasado, presente y futuro?

 

¡El Señor les bendiga amados hermanos!


miércoles, 22 de diciembre de 2021

Sí hay un lugar en mi corazón para ti, Jesús


 

Mensaje de Navidad


Sí hay un lugar en mi corazón para ti, Jesús


(Lucas 2: 1-7) Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

 


Siempre me he preguntado algo en torno al nacimiento de Jesús: ¿Si José y María estaban haciendo la voluntad de Dios, por qué no había lugar para ellos en el mesón?


¿Por qué no hubo un lugar para que Jesús naciera, si era el Rey de Reyes?


¿Por qué todos se olvidaron del mandamiento de Dios en (Isa. 58:7) ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?


El Creador hecho criatura, El Verbo, El Camino, La Verdad y La Vida, que había nacido como un niño que aún no podía hablar... no encontró un lugar para nacer en este mundo pecador.


Y esto tiene un significado tremendo. Primero el significado espiritual al que apuntaba: No había un lugar para Jesús en el mesón. El único lugar donde sí había espacio para él era en la cruz.


Hermanos: Qué difícil es que Jesús nazca dentro de los corazones de los hombres. Esto significa realmente que a Jesús se le cerrarían las puertas en el mundo en su nacimiento, en su ministerio, y en Su muerte.

Todos hemos nacido bajo un techo humilde, pero un techo al fin, y una cama de una casa, o de hospital.


Pero Jesús no tuvo donde nacer, Jesús no tuvo una almohadita donde recostar su cabeza, desde niño. El Rey del Universo, el Creador de todas las cosas incluyendo los hombres, no se le abrieron las puertas de este mundo.


Todo el pueblo judío, en las Fiestas de la Pascua, las Fiestas de Pentecostés o las Fiestas de los Tabernáculos, se reunían en Jerusalén... y cada uno recibía hospitalidad de los judíos de Jerusalén.


Y a pesar de las multitudes que llegaban, nadie podía decir que no encontraba en Jerusalén una casa en la que asar su cordero pascual, ni una cama en la que dormir.


Es cosa asombrosa que el recién nacido Jesús no haya encontrado un lugar en el mesón para nacer, un lugar para quedarse.

 

La razón de todo esto la conocemos. Había mucha gente viajando con motivo del empadronamiento ordenado por el César. Pero también Dios había dicho que a Jesús lo hallarían recostado en un pesebre, entre animales, y allí le ofrendarían regalos.


Los líderes religiosos se jactaban de la hospitalidad de los moradores de Jerusalén… pero ni José ni María encontraron ese día un lugar donde desatar sus sandalias, donde lavarse los pies, donde desempacar sus cosas y quedarse. Jesús, el Salvador del mundo, no encontró a nadie dispuesto a recibirle.

 

Quizás todos estaban ocupados en otras cosas, o haciendo fila para empadronarse. Y nadie se dio cuenta de que Jesús, en medio de todas aquellas ocupaciones mundanas, estaba buscando un lugar donde nacer.


Hoy podemos decir que en esta Navidad, en estas fiestas, tan ocupadas y llenas de otros significados, la gente se ha olvidado igualmente de preparar un lugar para recibir a Jesús.


Las personas se ocupan de la comida, las fiestas, los regalos, los invitados, la ropa que se van a poner, de llegar a tiempo a las tiendas para hacer las compras…


Tantas cosas en que se ocupa la gente, que se vuelven iguales a aquellos moradores de Belén, que no tienen un espacio que dar al Señor Jesucristo. La gente de hoy recrea el mismo ambiente al que vino Jesús a nacer aquél día.


Jesús vino, y nadie le dio un lugar cuando llegó. Y aún hoy nadie se lo quiere dar. Jesús sigue estando afuera, porque no hay un lugar disponible para Él.


Pero amados: Hoy celebramos nosotros el advenimiento del Señor, en su primera venida, en carne. Y nosotros, que antes no le recibimos también por tantos años, ya le hemos abierto la puerta de nuestro corazón.


No les digo que nos despreocupemos de todo lo demás…Pero ocupémonos de lo primordial. Porque sin Jesús, en realidad, no hay Navidad, no existiría la Navidad.


Jesús mismo lo afirma en (Juan 15:5) “…porque separados de mí nada podéis hacer.”


Hermanos, sin el Señor Jesús, ninguna Navidad tiene sentido. No tiene sentido, de verdad.


De niños celebrábamos la Navidad sin saber realmente su significado. Y nos hicimos adultos ignorando la verdad de Dios. Y así continúa hoy mucha gente, como aquellos griegos que levantaban dioses y los ponían en pedestales en el Areópago, celebrando lo que no sabían.


(Juan 4:22-24) Ustedes adoran lo que no saben; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23 Pero viene la hora, y ya llegó, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca que lo adoren tales adoradores. 24 Dios es Espíritu; y es necesario que los que lo adoran, lo adoren en espíritu y en verdad.»


Ningún acto que no se haga en honor de Jesús, significa algo. Sin Jesús, el autor del día de Navidad, el autor de la Vida, nada tiene vida. Serán tal vez momentos de alegría, de compartimiento, de socialización… pero son cosas que no tienen significado espiritual y por tanto no tienen trascendencia.


Hoy que celebramos una Navidad más, ya sin la presencia de nuestra mamá Socorro y de nuestro papá Margarito, pero sí con la Presencia de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo…, pido a Dios que tu corazón siga estando dispuesto para que Jesús llegue todos los días, y desate sus sandalias y se quede en tu casa.


Hoy que celebramos esta Navidad del 2021, pedimos al Señor que la vida de todos nosotros, amada Familia, esté lista para que Jesús abra las maletas llenas de bendiciones que ha traído para todos, y se quede a morar para siempre con nosotros, nuestras familias, nuestros hijos, nuestras nueras, nuestros yernos, nuestros nietos.


La vida era difícil en el tiempo que vivió José y María, tan dura y difícil como lo es hoy. Peligros, malhechores, plagas, violencia, inmoralidad… todo eso había antes, y sigue habiendo hoy, con mayor alcance, claro.


Pero en aquellos tiempos, como en los de sus antepasados, la religión judía nunca alcanzó a llenar las necesidades espirituales del corazón de los hombres.


Y fue justo allí cuando Dios mandó a su Hijo a nacer en el mundo. Y nació en un pesebre, porque no había lugar para él. Fue justo aquella noche cuando los ángeles dieron gloria a Dios por millares, aunque los hombres ni por enterados se dieron.


Y hoy, todos esos ángeles rinden gloria al Padre y a Jesús, sentados en el Trono del cielo. Esa es la esperanza a que hemos sido llamados, dice (Efe. 4:4).


Glorifiquemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por habernos permitido conocer a Jesús en el tiempo en que lo conocimos… glorifiquemos al Señor como aquellos pastores, por habernos permitido disfrutar sus grandes bendiciones… por conocer la promesa de la Vida Eterna y tomarla con fe en Jesús, y guardarla en nuestro corazón.


Glorifiquemos esta noche y siempre a Jesús, el autor y consumador de la fe. Y bien podemos decirle esta noche: Sí hay un lugar en mi corazón para ti, Señor Jesús… sí hay lugar para ti, Mi Señor.


Dios bendiga a todas las Familias presentes hoy, y los que no pudieron estar, también. Que Dios les guarde a todos. FELIZ NAVIDAD PARA TODOS!


Vamos a orar para darle gracias al Señor por Su Palabra.


miércoles, 15 de diciembre de 2021

Dios restaura todas las cosas

 



(Juan 11: 40) Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?


Tenemos en este capítulo la historia de una familia creyente de Betania que eran muy amados por Jesús, y también de algunos habitantes de Jerusalén que vivían en los alrededores, porque Betania estaba cerca de Jerusalén, en las faldas del monte de los Olivos, a poco menos de 3 km de distancia. 

 

Allí en Betania vivía Lázaro y sus dos hermanas. La Biblia no habla de sus padres, por lo que se entiende que ya habían partido. Y dice la Palabra de Dios que Lázaro enfermó gravemente de repente… y sus hermanas mandaron llamar a Jesús. Y hermanos, LBD que Jesús volvió a Betania cuando Lázaro ya llevaba algunos días muerto y enterrado. 

Hay ocasiones en que nos parece que el Señor se tarda, y como que se retrasa, según nuestra apreciación. Pero Dios sabe cuándo llegar. 

Pero Dios llega para restaurar, hermanos, aunque a veces parezca que es imposible lo que Él va a restaurar. Algunos cristianos piensan a veces: Esto ya no resultó, esto ya se acabó, ya no hay remedio para tal cosa, creo que Dios ya se olvidó de mi. 

Ahora con estos 20 meses de pandemia pensamos que nunca acabará esta plaga. Pero Jesús anticipó que habría plagas en el mundo, en (Mateo 24: 7-8). 

Así que no nos debe extrañar lo que está pasando en el mundo, ni todas las tragedias que se van multiplicando. Son señales antes de que Jesús venga, dice la Palabra de Dios. 

Ahora: Dios nunca se demora ni llega tarde, Él todo lo hace en el tiempo perfecto.   

 La Biblia nos dice que cuando Jesús llegó afuera de la tumba de Lázaro se “conmovió… y lloró”. Eso quiere decir que Jesús siente y comprende nuestras debilidades, nuestras luchas, nuestros fracasos, nuestras decepciones, nuestros dolores… y podemos venir a Él todos los días para hallar fuerza y aliento. 

Claro, a veces los problemas, cuando son muy grandes, parece como que derriban nuestra fe: (v, 21) Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto

(v, 32) María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.     

A veces actuamos en la vida, en los problemas, en la pandemia, como si Dios no conociera todas las cosas.

Y decimos: Señor si hubieses estado aquí, Señor si hubieses estado conmigo en esa enfermedad, Señor si hubieras sabido mi necesidad… ¡PERO DIOS LO SABE TODO! ¡Y DIOS RESTAURARÁ LAS COSAS A SU DEBIDO TIEMPO! PERO EN EL TIEMPO DE DIOS! 

Es interesante ver que primero le habló Marta al Señor, y después María, y las dos le dijeron a Jesús las mismas palabras: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”… y esto nos deja ver que toda la familia pensaba lo mismo, como que le reclamaban… las dos hermanas se sentían desalentadas pensando que Jesús los había abandonado cuando más lo necesitaban. 

Vemos que las hermanas de Lázaro estaban pasando por una crisis de fe tremenda. Y a veces nos vienen también a nosotros esas crisis de fe. 

A veces decimos: Dios me va a ayudar, Dios me va a proteger… y nos enfermamos, o nos suceden cosas que no esperamos… pero Dios lo sabe todo y siempre nos enseña algo nuevo para que crezcamos en la fe. 

La Biblia nos deja ver cómo Marta ya había renunciado a toda esperanza. Para ella no había futuro, para ella ya no había nada qué hacer. Fíjense: Ella ya no cree que Jesús puede hacer algo… ella piensa que Jesús no puede remediar nada en la brutal adversidad… ella piensa que no hay ya esperanza para nadie… Su hermano tenía 4 días de muerto…y ante un desaliento así podemos tener varias reacciones: 

1) Reclamamos a Dios por la crisis que estamos pasando.

2) Culpamos a otros. “Tú tienes la culpa… y alzamos el dedo para señalar.

3) Abandonamos la esperanza, pensando que Dios no va a intervenir.

4) Declaramos que ya no hay posibilidad alguna, que ya no hay salida.

5) Declaramos que ya ha pasado mucho tiempo y Dios no va hacer nada en nuestro gran problema.

6) Y a veces llegamos hasta a cuestionar el poder de Dios: (v,37) Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera? 

Este es un ejemplo de cuando esperamos que no nos suceda lo impensable, y nos sucede. Fíjense: Dios no quería que Lázaro no muriera. AL CONTRARIO. Dios quería que muriera para ir más allá de lo imposible y demostrar su GRAN PODER con un tremendo milagro quie para todos era imposible…  Dios hizo esto y lo puso en la Biblia para que TODOS creamos que Jesús puede hacer cualquier cosa imposible, aunque no lo haga según nuestro cálculo. 

El Señor pone en la Biblia este milagro tremendo para que aprendamos a ver que aunque el tiempo haya pasado, no importa cuánto haya pasado…si parece que Dios no te ha escuchado, no importa que los días pasen y no veas tu milagro. DIOS RESTAURARÁ TU VIDA, DIOS TRAERÁ SOLUCIÓN A TU PROBLEMA EN EL MOMENTO JUSTO. ¡NO TE HE DICHO QUE SI CREES Y VERÁS LA GLORIA DE DIOS? Ésta es la PALABRA DE DIOS EN EL MENSAJE DE HOY. 

Ya habían pasado 4 días y Lázaro estaba enterrado… Era un hombre que estaba bien muerto. Y Dios lo permitió a propósito, adrede, para que aprendamos a ver que Él, aunque parezca que no hay ya ninguna esperanza, traerá al final la solución a nuestras vidas. 

Las hermanas de Lázaro estaban desconsoladas, sumidas en la tristeza, llorando en la aflicción… pero Jesús vino a ellas y transformó su llanto en júbilo, Jesús llegó para restaurar, para cambiar el lloro en gozo. Imagínese como se sintieron al ver a su hermano vivo otra vez, tan normal como antes. 

Muchas alabanzas se levantaron a Dios en esa familia por el gran milagro que Jesús hizo delante de todos. Y dice la Biblia que muchos creyeron en Jesús. La aflicción familiar se transformó en canción y adoración ante el tremendo poder de Jesucristo nuestro Señor. 

Amados: Cambiemos la murmuración y la queja por palabras de adoración y alabanza y gozo, porque el poder de Dios restaurará todas las cosas.     

 Tenemos que superar ese obstáculo que es a veces la incredulidad para confiar en la restauración del Señor, aunque a veces nos parezca que Dios se tarda demasiado, como pensaban las hermanas de Lázaro. 

Podemos leer en la Palabra que en Betania, cuando Jesús visitaba esa casa, había paz y gozo, contentamiento… pero cuando Jesús se fue de allí a Betábara, lo que había era mucha incredulidad y muy poca fe. 

Vemos incredulidad en la familia de Lázaro, vemos incredulidad en los habitantes de Betania, y vemos incredulidad en los discípulos de Jesús. Nadie absolutamente creía que el Señor iba a restaurar lo que ya estaba muerto: 

(v, 16) Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.     

Y hay otra cosa: A veces hay piedras que se interponen en nuestras vidas o en nuestro servicio a Dios. 

(vv. 38-39) Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 

La Biblia dice que Lázaro estaba sepultado dentro de una cueva con una piedra puesta en la entrada. Y aunque Jesús da la orden de: “Quitad la piedra”, hay incrédulos que procuran impedirlo (como una de sus hermanas). 

Esa piedra es figura de puertas cerradas con las que el enemigo quiere impedir nuestro avance, nuestra bendición, nuestra restauración. 

La cueva es figura de las cárceles espirituales donde el enemigo quiere tener cautivos los planes de Dios. 

Pero Jesús tiene las llaves, y donde Jesús abre nadie puede cerrar. Por eso Dios le dice a la iglesia de Filadelfia en (Apo. 3:8): “He aquí he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar”. Avancemos hermanos: Dios está con nosotros. Dios está contigo removiendo las piedras que impiden la bendición de la restauración.   

Hoy hay mucha gente enferma, debilitada, incapacitada, igual como había estado Lázaro antes de morir… es gente que clama al Señor y parece que no hay respuesta. 

Pero Jesús llegará y hará el milagro poderoso… Jesús nos pone una muestra muy clara en esta historia. ¿Cómo estaban los órganos de Lázaro? Estaban en estado de descomposición, como cualquier muerto que lleva 4 días enterrado. 

Pero hermanos: Dios nos muestra aquí que no hay nada imposible para Él. Su poder está por encima de la muerte, y si está por encima de la muerte, también lo está por encima de toda adversidad. (v, 43) Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 

Aquél día todos decían palabras negativas e incrédulas alrededor de Jesús. Naturalmente, todo mundo daba por muerto a Lázaro y de seguro muchos pensaban: “pero cómo lo va a restaurar Jesús?”, “este está loco”, “ya lleva cuatro días”… “el muerto está amarrado con vendas de pies a cabeza”…. Eso decían los incrédulos. Sus hermanas veían su circunstancia dolorosa, pero no veían a Jesús y Su Poder Restaurador. 

¿Sabes algo? Lázaro obedeció a la voz restauradora de Jesús. Y salió vivo de la cueva…salió hecho un hombre nuevo. 

A ver: Jesús le gritó que saliera. ¿Pero Lázaro, como salió? Porque tenía los pies atados, y las manos atadas, así que no se podía desatar él mismo. Además estaba súper muerto.

Tampoco podía ver nada, porque estaba amarrado con vendas como una momia. No podía ver cómo salir. Pero miren. La Biblia dice que Lázaro salió completamente atado. 

(v,44) Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

¡HERMANOS DIOS NOS MUESTRA AQUÍ QUE AQUELLO ERA IMPOSIBLE DE HACER! Por eso el Señor Jesucristo nos dice hoy: ¿No te he dicho que si crees verás la Gloria de Dios? 

Tal vez en tu vida haya cosas que parecen IMPOSIBLES DE HACER. Y vemos las circunstancias terribles, la adversidad en contra, todo apuntando hacia el abismo. Pero para Dios no importan las circunstancias, ÉL RESTAURA LO QUE PARECE IMPOSIBLE.  

Vamos a perseverar obedeciendo al Señor y veremos Su gloria en nuestras vidas. No importa lo difícil que sea tu problema, no hay nada difícil para Dios, absolutamente nada, sea lo que sea, Dios lo va a restaurar si crees.     

 Hermanos: A veces hay vendas en los ojos, o hay ataduras que impiden caminar libremente.

 Hay ataduras espirituales que están afectando el desarrollo de ciertas áreas de nuestra vida. Y a veces por esta razón no hay avance o crecimiento, pero Jesucristo restaura, Jesucristo trae libertad en medio de su pueblo. 

Él usa su Poderosa Palabra que actúa como espada de doble filo y corta las ataduras demoníacas trayendo libertad para que avancemos hacia el propósito del Señor. 

Porque no hay nada difícil para Dios. ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios? 

Dios corrige a la hermana de Lázaro, que ante la crisis ya había renunciado a creer en un milagro en la vida de su hermano. Pero Jesús le recuerda lo que antes le había dicho… porque con frecuencia, ante las dificultades, nos olvidamos de las promesas del Señor. 

El requisito del Señor para que veamos Su Gloria, es creer. Él hace los milagros, pero Él espera que nosotros creamos a su Palabra. Cuando creemos en Jesucristo tenemos la certeza de la vida eterna. 

Todo aquel que cree en Jesús, aunque esté muerto vivirá. La fe en Jesús trasciende la vida terrenal y será recompensada en la eternidad, porque estaremos para siempre con el Señor. 

Si Jesús se movió a favor de Marta y María, ciertamente lo hará también por nosotros. No hay nada imposible para Dios.  

Vamos a dar gracias al Señor por Su Palabra, en el Nombre Bendito de Jesús. 

Dios los bendiga.


miércoles, 8 de diciembre de 2021

¿Por qué si Dios está conmigo me vienen estos males?

 





Texto Biblico: (Jueces 6:13) Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?

 

Esta frase es algo que se repite muy seguido en algunos cristianos, sobre todo cuando algo no les sale bien. ¿Por qué si Dios está conmigo me pasan tales cosas? ¿Por qué nadie me toma en cuenta? ¿Por qué no soy sano?  ¿Por qué se murió mi hijo? 

Y a veces hasta terminamos discutiendo con Dios. Ahora con la pandemia muchos hermanos que perdieron a su esposa, o algún hijo o hija, repiten esta frase. ¿Padre, por qué me pasó esto si tú estás conmigo? 

Quizás en nuestras vidas hay cosas que parecen como si Dios fuera injusto porque algunas cosas no nos salen bien… cosas en nuestro diario vivir fallan y decimos en nuestros corazones ¿Por qué si Dios está conmigo me pasa esto? 

Jueces 6 habla la historia de un israelita llamado Gedeón, un campesino labrador de tierra. 

Dice en (V, 1) “…Israel hizo lo malo y Jehová los entregó en manos de los Madianitas…” 

Los madianitas eran árabes del desierto que saqueaba al pueblo de Israel, y mataba a la gente… eran tiempos como los de hoy, gente que saquea con el secuestro, el cobro de piso, las extorsiones… Era un periodo muy difícil y peligroso.

Y todos conocemos la historia: el pueblo clamó a Dios y Dios en su infinito amor decide liberarlos… manda a un ángel y este ángel tiene una conversación con Gedeón. 

Pero no vamos a enfocarnos en el llamado de Gedeón, sino sólo en la conversación. Porque Dios tiene una enseñanza para nosotros hoy. 

(Jueces 6:13) Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? 

Meditemos en esta frase. Esta es una queja de Gedeón al ángel. ¿No es cierto? Fíjese bien que lo primero que Gedeón hace ante el ángel es quejarse, y quejarse. Gedeón nunca manifiesta gozo o alegría. 

Él dice: ¿Por qué nos pasó esto si Dios está con nosotros?

Y así como Gedeón hay muchas personas que le dicen lo mismo al Señor. 

¿Por qué si Dios está conmigo, yo no prospero, no tengo trabajo, me dejó mi esposa, el niño se enfermo, mi jefe me despidió, ya no tengo el ministerio que quiero, hoy llovió y tengo que salir a la calle, tengo una enfermedad incurable, etc?… ¿Por qué si Dios está conmigo? 

¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: no nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. 

Yo haría una pregunta: ¿A cuántos les gusta sufrir? A nadie. 

Gedeón le pregunta eso al ángel porque aún no sabía que Dios lo iba a levantar como juez, y le iba a dar el gozo de derrotar a todos los madianitas malvados y liberar a su pueblo, y a tener finalmente la victoria…. Como sucederá con nosotros. Un día estaremos con Cristo si perseveramos y no desmayamos en la fe. 

Pero claro, hay que reconocer que a nadie le gusta sufrir, y ese has sido el problema mis hermanos, que nosotros los cristianos nos olvidamos que la Palabra dice que tenemos que pasar por eso: 

“…Si sufrimos, también reinaremos con él; si lo negáramos, él también nos negará…” (2 Timoteo 2:12) 

El hijo de Dios vino a sufrir por todos nosotros… los grandes hombres de Dios sufrieron… queremos que Dios nos use, pero no queremos pasar por pruebas duras como pasó el Señor Jesús para darnos vida eterna. 

(Lucas 22:42-44) …diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. 

El pueblo de Israel era atacado por los madianitas porque ellos habían hecho lo malo… esa era la consecuencia por la cual pasaban por eso, pero Gedeón utilizó aquella frase y dijo: ¿Por qué no has sobrevenido todo eso si Dios está con nosotros? 

Pero Dios nos pone como ejemplo las calamidades de Job para decirnos que sí vamos a pasar por pruebas, pero al final él nos va a dar el doble… ¿A poco no vale la pena sufrir para alcanzar la vida eterna? Porque si dejamos al Señor, corremos el riesgo de no entrar en Su Gloria, y eso sí sería un verdadero desastre. 

Tenemos que perseverar en las pruebas y resistirlas. 

¿Por qué pondría Dios el Libro de Job en la Biblia? Job era un hombre íntegro ante Dios, y justamente cuando lo adoraba, le sobrevinieron a su vida todos los males. 

Hay muchos creyentes que dicen: ¿Por qué cuando busco la presencia de Dios parece que todo va peor o todo me sale mal?... Y muchos no entendemos que estamos siendo probados, y que el enemigo está esperando una mínima cosa para acusarnos. 

Pero Dios nos da la respuesta amados a todo esto en Su Santa Palabra. 

Santiago 5:11 “…he aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren, habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo…” 

Mateo 16:24 “…entonces Jesús dijo a sus discípulos, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese así mismo, y tome su cruz, y sígame… 

Dios nos ha llamado a seguir por la puerta angosta, que es el camino de la salvación. Debemos perseverar todos los días aunque vengan pruebas. Porque el Señor advierte en (Mateo 24): El que persevere hasta el fin, éste será salvo. 

Sólo los valientes van al cielo, sólo los valientes arrebatan el reino. 

No importa el sufrimiento que pasemos en esta tierra… Estamos en las manos de Dios. Dios está siempre con nosotros todos los días, aún en medio de las pruebas. 

Jesús va delante de nosotros como poderoso gigante aleluya… Gloria a Dios. 

Mi deseo es que en su mente y en su corazón se quede este hermoso texto de Romanos 12:12 “…gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración…” 

Vamos a dar gracias a Dios por Su Palabra, en el Nombre Bendito de Jesús. Amén.


miércoles, 1 de diciembre de 2021

El segundo hombre

 


En diversos textos, la Biblia reconoce la existencia de dos hombres, Adán y Cristo, el terrenal y el celestial. El primer hombre representa el pecado, la desgracia, el fracaso del propósito de Dios con el hombre.

 

Pero, gracias a Dios por el «segundo hombre», por Jesucristo hombre, porque Él fue un varón aprobado por Dios. De ellos se derivan dos razas, dos familias, con dos orígenes distintos. Y una emerge de la otra. Todos hemos nacido «en Adán», pero todos tenemos la oportunidad de «renacer en Cristo».

 

En todos los creyentes hay estas dos naturalezas: la terrenal y la celestial, el primer hombre y luego el segundo hombre. Pero los terrenales estamos siendo transformados en celestiales, porque la aprobación de Dios está sobre el segundo hombre.

 

En el Antiguo Testamento hay ejemplos emblemáticos de ello. Abraham tuvo dos hijos: Ismael e Isaac. Ismael era el hijo de la esclava de Abraham, y como tal, no pudo heredar las riquezas celestiales que representaba Abraham. Isaac, en cambio, era hijo de «la libre», la anciana Sara. Isaac representa a Cristo, nacido no según la carne de Abraham y su mujer, sino por un milagro y por una promesa de Dios. Así, la naturaleza antigua (adánica) «se burla» de la nueva naturaleza (como Ismael se burlaba de Isaac), le causa molestia, no pueden convivir juntas, una debe ceder ante la otra. La carne debe ceder ante el espíritu.

 

Semejante es la historia de Esaú y Jacob. El primero menospreció su primogenitura y la vendió al segundo. Así, la bendición de Dios estuvo una vez más sobre el segundo hombre. «A Jacob amé y a Esaú aborrecí», dijo Dios. Antes de morir el anciano Jacob, su hijo José –el segundo hombre más grande de Egipto– trajo ante su moribundo padre a sus dos hijos para que los bendijese. Jacob, con gran sensibilidad espiritual, bendijo al menor, Efraín, por sobre el mayor, Manasés. Ante el reclamo de José, Jacob responde: «Lo sé, hijo mío, lo sé, pero su hermano menor será más grande que él» (Gén. 48:13-19). Una vez más se cumple el principio espiritual, el segundo llegará más lejos que el primero.

 

La primera generación de israelitas que salieron de Egipto, figura de la carne, de la naturaleza adánica de la cual hay que despojarse, desapareció toda en el desierto, excepto Josué y Caleb. La segunda generación, en cambio –figura del segundo hombre y figura de la resurrección– va mucho más lejos, toma posesión de la buena tierra y agrada el corazón de Dios.

 

Más tarde, Saúl, el primer rey de Israel, que representa la rebeldía y la obstinación, fracasa estrepitosamente. Luego se levantará David, tipo de Cristo y antecesor en su linaje, un hombre quebrantado y sometido que llora muchas veces en presencia de su Dios. Este segundo hombre, sin ser perfecto, se humilló ante su Dios y vino a ser un tipo de Cristo. Una vez más Dios bendice y se agrada del «segundo hombre».

 

Debemos cuidar, amados, no estar todavía enredados en las marañas del primer hombre, sino gozando de los frutos de la vida celestial conforme a la imagen del Segundo Hombre: Cristo.

 

Dios los bendiga.


No estás solo

  Yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron». – 1 Reyes 19:18. Remanente ...